Hay lugares ocultos que esconden secretos y este encierra en su nombre una historia,
No es un bonito nombre para denominar una construcción tan maravillosa.
Desmoronándose sus techos, desdibujándose el color de sus paredes y un manto verde que todo lo cubre, intentando darle ese presumible calor de hogar.
En ella la naturaleza campa a sus anchas y lo envuelve todo con su armonía desordenada.
Toda vestida de piedra, nos da la bienvenida con sus puertas abiertas.
Y sus arcos imponentes hacen que nuestra entrada
vaya más allá de ese efímero momento y todo se entremezcla.
Empieza a llover y las gotas se resbalan por sus muros. Sólo les para ese fento que tiene en ellos su morada y todo se muestra ahora con aire melancólico.
Telarañas, tejas rotas, madera que se va pudriendo con el paso del tiempo... Y de nuevo aparecen las preguntas y el misterio ronda la casa.
Sólo un baúl ya vacio es testimonio de la vida que allí pudo haber.
Armarios levitando ideas en los que se apilarían tus recuerdos y esa ropa que tan bien te sentaría
Esa "lareira" llena de vida en la que arremolinarse en la noche buscando un poco de calor en invierno
O en la que te sentabas para comentar el trabajo o para contar esas historias que tanto entretenían.
Y una olla solitaria en la que cocinabas con cariño y que llenaba de sabores la cotidianidad de unos labios.
Nos despide una gran balconada desde que quizás esperases visitas o las despidieses.
Y de nuevo esa paz que lo inunda todo, ese aire que refresca, ese latir acelerado y el peto que todo lo mira desde la lontananza y nos da su más ferviente despedida,
esas que alegran y a la vez entristecen porque nos vamos con ganas de más
Una gran ruta de la libertad que nos invita a atravesar puentes y a escuchar la naturaleza,
como el que escucha por primera vez una melodia y enamorado no puede parar de escucharla .
Caminos ancestrales en los que los carros tatuaron con sus marcas tu terreno
y por los que nos movemos flotando entre piedras
y pasear entre muros en los que todo es espacio
y seguir sendereando se nos antoja obligado, como si nos fuera la vida en ello,
sin importar ni el tiempo ni lo lejos que nos lleva el camino.
Y cuando menos te lo esperas como guinda del pastel te encuentras joyas como esta.
Maravillosa la arquitectura gallega
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